martes, febrero 14, 2012

De la trascendencia de la persona

Al comenzar el año y recordar que han pasado ya doce desde el 2000, simbólico por lo que representaba para las generaciones del siglo XX sobre el futuro tecnológico, pareciera que ha sido solo un pestañeo.

Sin embargo, pensaba, ¿por qué a las generaciones del siglo pasado les fascinaba la idea del año 2000? No solo, evidentemente, era por la cuestión numérica. La tecnología había avanzado como nunca lo había hecho en la historia y todo apuntaba a una sociedad completamente invadida por ella. Solo es cuestión de comparar lo que había en 1900 con relación a 1999. 

El automóvil que apenas comenzaba a utilizarse, era el medio de transporte de referencia. 

La luz eléctrica que apenas iluminaba algunas calles y edificios importantes con bombillas sofisticadas, es casi impensable en cualquier noche de finales del XX; además, la luz es sólo un mínimo porcentaje del uso de la energía eléctrica: hay refrigeradores, hornos de microondas, planchas eléctricas, videocaseteras (aún estaba incipiente el DVD), motores eléctricos, maquinaria industrial...

Las computadoras que aún no existían son una herramienta básica en las escuelas de nivel superior y en muchos hogares.

El teléfono que era un invento reciente y poco utilizado, es potenciado por los teléfonos celulares.

La comunicación por correo que era lenta pero eficaz, es casi obsoleta con el uso de Internet. 

Sin embargo, ya el 2000 es muy viejo. Aún no había Ipod, Blue Ray, el Fax aún se utilizaba, no se veían videos por Internet ni los celulares eran Smartphones. ¿Internet inalámbrico? Sólo en algunas universidades.

En doce años, nos hemos metido en una espiral de tecnología que pareciera que ha determinado la velocidad de vida del ser humano. 

¿Realmente somos más avanzados que la humanidad en la época de los Egipcios, la civilización más antigua? ¿Somos más seres humanos? 

Definitivamente tenemos herramientas y alcance al conocimiento más avanzado y sofisticado, pero el ser humano es el mismo. Las inquietudes más profundas de la persona siguen vigentes e inalterables desde entonces. Sólo cambia el modo en que las llevamos a cabo. 

¿La tecnología nos hace mejores? Depende. Las circunstancias que nos rodean son parte de nuestra realidad. No podemos ignorarlas, pues eso sí sería antinatural. Pero no podemos definir nuestro ser con base en ellas.

No hay mejores tiempos históricos que otros. Si bien ha habido tragedias en otros tiempos, también ha habido bonanza. Igual hoy. No todo es bonanza. Basta ver los noticieros. 

¿Qué es lo que determina lo que cada uno es?

Trataré de esto en las siguientes entradas, pero por lo pronto una conclusión temporal: El ser humano tiene una dimensión no solo de inmanencia, sino de trascendencia. Si las circunstancias no las aprovechamos para trascender, algo anda mal.

Imagen: "Batalla de San Romano" - Pablo Uccello (1397 - 1475)




martes, enero 31, 2012

De cómo el fin de mes trae reflexiones.

Termina enero. Un mes que ha traído mucho a mi familia. También hoy, es cumpleaños de Paola, mi hermana. Y por si no fuera suficiente, se acaba el tetramestre en la U.V.M. y hoy aplico examen final de Cálculo Diferencial e Integral.

Comencé a correr al menos cada tercer día y reunirme los viernes en la noche con un grupo de amigos.

Casi un año sin ir a la ciudad de México y con mucho proyectos en puerta.

¡Cómo se va el tiempo! Pareciera que cada minuto se vuelve segundo. Que la vida se acorta y los acontecimientos se multiplican. Cada nuevo mes es una oportunidad de hacer lago distinto que haga la pena que cada uno de sus 28, 30 o 31 días valga la pena. Y este año febrero tiene 29, sólo una vez cada cuatro años.

Vienen dos semanas que servirán de receso académico para preparar el nuevo curso y consolidar los clientes que ya tiene la empresa o que están por venir.

Sin embargo, todas las alegrías y recompensas tienen también una responsabilidad anexa. Debemos hacerlas crecer. La mejor manera de disfrutar la prosperidad es luchando por compartirla con los más cercanos y no dejar que decaiga.

Si los tiempos en el futuro no son tan buenos, que no sea por falta de esfuerzo en haber tratado de sostener lo que ya se había logrado o ganado.

No se pueden prever todas las circunstancias que en un momento dado de la vida podrían suceder, pero al menos reducir su impacto negativo sí que es posible.

Ojalá este nuevo mes sea una nueva oportunidad para recomenzar en aquello que quedó pendiente de iniciar en enero.

Imagen: El León de San Marcos - Vittore Carpaccio (1460 - 1525/26)

domingo, enero 29, 2012

De cómo la filosofía nos ayuda a entender el mundo


No hace mucho tiempo,  conversaba con un amigo sobre la importancia de tener una buena lectura. Le comentaba que en México leemos muy poco, y que convenía que al menos intentáramos aumentar nuestro leccionario.  Él me contestó que prefería leer libros que le enseñaran más rápido cómo crecer en los negocios o ser más exitoso en la vida.

Fue un argumento el suyo que me dejó con pocas posibilidades de diálogo: la respuesta incluía una barrera sobre cualquier comentario positivo acerca de la conveniencia de la literatura clásica; al menos en ese momento.

Me di cuenta que una de las razones por las que muchos no leen más es porque creen que no les aporta nada un buen libro.  Y más aún, es un reflejo de una vida que se ha vuelto pragmática: sólo lo que en la práctica se ve que puede ser útil y beneficioso, se toma.

Si bien este principio económico es válido, también deja ver que no se ha alcanzado a descubrir del todo la importancia de la trascendencia personal a través del descubrimiento de lo más trascendente  de cada uno.
El arte y la cultura ha  revelado que existen realidades más profundas que lo que un mundo pragmático del siglo XXI presenta. Y más aún, la importancia que la filosofía sigue teniendo en nuestros días.

Desde las épocas más remotas, el ser humano se ha hecho las mismas preguntas que continúan vigentes y lo seguirán siendo: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?,¿quiénes son los demás?, ¿qué es lo que me rodea?, ¿por qué el ser y no la nada?...

Así nació la filosofía; el amor a la sabiduría (etimológicamente), que nos lleva a descubrir no solo la realidad que conocemos (que los avances científicos han ayudado a comprender mejor), sino también la trascendencia misma que esas realidades tienen y su implicación en nosotros.

Más concretamente, la parte filosófica que desde los más grandes filósofos griegos como Sócrates, Platón o Aristóteles, ha tratado de comprender esa trascendencia del mundo se llama metafísica. [i]

Andrónico de Rodas [ii], compilando los escritos de Aristóteles sobre las realidades que van más allá de la física, fue el primero en mencionar esta palabra.

Una corriente espiritual de carácter más bien esotérica ha desvirtuado el sentido original de esta disciplina filosófica. Sin embargo, todos hemos percibido alguna vez realidades que la sola ciencia experimental no puede explicar. La misma ciencia utiliza conceptos metafísicos como causa y efecto.
Con todo, no siempre ha habido consenso entre los grandes filósofos.

Distintas corrientes han llegado incluso a encontrar completa oposición. Basta con tratar de entender a Platón y a Marx para darnos cuenta de ello.

Sin embargo, las grandes preguntas no han cambiado, y aunque se ha podido adentrar en un conocimiento más profundo de ellas, siempre seguirán siendo fascinantes para quienes sigan tratando de responderlas.

Para comprender el futuro, es importante saber de dónde venimos. Ojalá no despreciemos la oportunidad de comprender no sólo el mundo visible, sino lo que hay detrás de él.

Imagen: Atmósfera - Camille Flammarion (1842-1925)

[i] Grondin, Jean (2006). Introducción a la metafísica. Editorial Herder. ISBN 978-84-254-2441-0.
[ii] (http://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%B3nico_de_Rodas)

jueves, enero 19, 2012

De cómo las alegrías también se comparten.

Este receso de escribir no se debió a cuestiones ajenas a mí. Yo lo quise así. Mi propósito del mes anterior fue escribir al menos cinco veces a la semana una entrada. Decidí descansar un poco, pero estoy de vuelta.

Hoy fue uno de esos extraños días donde amaneces y parece que será un día monótono, más o menos aburrido.

La mañana completa lo presagió. Sin embargo, tenía muy buen tiempo sin ver a Tony, un muy buen amigo. No lo veía desde finales del año pasado. Le llamé y me comentó que él también me estaba a punto de llamar. Fuimos al banco y de ahí a comer.

Me invitó a su oficina y estuvimos conversando por prácticamente cinco horas. El tiempo se fue volando.

Lo que más me llamó la atención de nuestra conversación es que el 90% estuvo concentrada en proyectos que cada uno traemos entre manos: él acaba de entrar a un nuevo trabajo y está muy ilusionado. Yo, en mi negocio y en mis clases, voy muy bien; sin dejar de mencionar que mi sobrina ha traído un empujón de ánimo a todos muy bueno.

Muchas veces buscamos a los amigos para llorar nuestras penas, y es muy sano: ahí se nota la verdadera amistad. Pero no es la única dimensión: también las alegrías lo son.

No es necesario ir a festejar los sucesos para disfrutar una buena conversación: fue suficiente con unas Gorditas de Doña Tota y una plática de cubículo nuevo.

Eso no quiere decir que no festejemos, y lo haremos en cuanto pueda, pero las alegrías no se esperan a ser festejadas.

Imagen: Jugador de Cartas - Paul Cézanne (1839 - 1906)

viernes, enero 06, 2012

De cómo los Reyes saben de nosotros

Hace muchos años, cuando tenía unos 7 de edad, unos dos días después del Año Nuevo, jugaba en un parque cercano a la casa de mi abuelito. Como suele suceder con cualquier niño, salí con chamarra y bufanda, pero me las quité tan solo llegar al parque.

Con todos los juegos, olvidé que las había dejado en una banca y volví a la casa. Cuando mis papás me preguntaron por ella, me acuerdo que me quedé callado un momento y luego de tragar un poco de saliva dije: "se me olvidó en el parque". Fui de nuevo a buscarla pero ya no estaba.

Así pasaron unos tres días más y llegó la noche del 5 de enero. Mi hermana y yo estábamos dispuestos a sorprender a Melchor, Gaspar y Baltasar en el momento en que entraran a dejar los regalos y no nos íbamos a dormir. Recuerdo perfectamente que hacíamos guardias.

Un par de horas tratando de ver si llegaban, escuché la puerta del cuarto de mis papás rechinar: eso significaba que alguno de ellos se acercaría a decirnos que nos durmiéramos. Salimos corriendo mi hermana y yo a nuestras camas (lo que supongo oyó mi mamá, que fue la que salió) y luego de un extraño largo momento llegó mi mamá a decirnos que nos fuéramos a dormir (pues aunque estábamos ya encamados, sabía que lo habíamos hecho rápidamente).

Al regresar mi mamá a su cuarto y cerrar de nuevo su puerta, esperamos un largo rato que creímos suficiente para que no nos escucharan de nuevo fuera de la cama.

Al acercarme de nuevo al árbol de Navidad, nos encontramos con la sorpresa de que ya había regalos. Mi deducción fue simple: ¡llegaron justo en el momento que esperamos a que mi mamá se durmiera de nuevo! Bien sabían los Reyes en qué momento había que dejar los regalos.

Con la decepción de no haber visto a los Reyes, pero con la emoción de ya tener regalos, nos fuimos a dormir finalmente.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano. Cuál sería mi sorpresa que no sólo encontré los regalos que esperaba (un par de Transformers que en aquel entonces estaban de moda), sino un paquete más que decía algo más o menos así: "Edgar, supimos que perdiste tu chamarra, así que quisimos traerte otra nueva. Atentamente, Melchor, Gaspar y Baltasar".

Me emocioné enormemente. ¡Sabían perfectamente lo que me sucedía y se ocupaban de ello!

Han pasado varios años desde entonces y recuerdo esas épocas donde la ilusión de niño era tan ingenua que hacía que uno se maravillara hasta de lo más trivial.

Espero aún conservar algo de eso. Tal vez este 6 de enero, aunque no al lado de mi zapato, los Reyes me hayan dejado alguna sorpresa en algún lugar: saben perfectamente lo que me sucede y se ocupan de ello.

Imagen: "El viaje de los Magos" - Benozzo Gozzoli (1421 - 1497)

miércoles, enero 04, 2012

De cómo no me acordé de hacer propósitos de Año Nuevo

Una de las preguntas que me hicieron ayer en la Universidad fue: ¿Hiciste tus propósitos de Año Nuevo?

Y pasó algo curioso: no me había detenido en estos días a pensar en ello. No es que no tenga ningún propósito: de hecho tengo varias metas por cumplir, pero no fue por el Año Nuevo.

Definitivamente fue tan diferente esta Navidad y Año Nuevo pensando en la llegada de mi sobrina a este mundo, que no me di el tiempo para hacerlo.

Ahora, ¿por qué sólo en año nuevo? Pienso que se debe a que simbólicamente es un recomenzar y ayuda a cumplir una serie de metas que no siempre se cumplen.

Recuerdo que conversando hace algún tiempo con un grupo de amigos, uno comentó que había leído que en enero es el mes en que los gimnasios reciben más inscripciones, pero que al mes menos de la mitad sigue yendo.

El problema es que un año es mucho tiempo para volver a encontrarse con un reinicio. Tal vez las metas mensuales sean más realistas: este mes trataré de lograr una cosa. Una a la vez.

Es lo que trataré de hacer ahora que aún no formulo mis propósitos de año nuevo.

¿Cuáles son los suyos?

Imagen: Adoración de los Magos - Bernardino Luini (1480 - 1532)

martes, enero 03, 2012

De cómo una rosca de Reyes descubre el fondo de las tradiciones

Al finalizar la clase del día de hoy, partimos una rosca de reyes el grupo y yo. La pagamos entre todos y quedamos que los que sacaran el muñeco llevarían lo tradicional para el 2 de febrero, que coincide con el último día de clases del tetramestre.
El primero que partió la rosca inmediatamente sintió como había algo de plástico en el primer intento: el primer muñeco. Lo más impresionante fue cuando partió el otro lado que quería para completar su pedazo y...... ¡sorpresa!, otro muñeco.
La siguiente persona que partió la rosca, nuevamente repitió muñeco. El tercero en partir, confiado en que no habría problema, también obtuvo muñeco.
Y así, de ocho personas que partimos rosca, cinco tendrán que pagar el 2 de febrero, aunque no se si al momento de repartirse los gastos, el que tiene dos muñecos pague doble.
Un alumno me preguntó: ¿qué traemos para la Candelaria? Mi respuesta fue: Pues obvio, tamales. Pero la respuesta me desconcertó: Eso ya es muy noventero. Mejor pizza o algo así.
Sigo aún tratando de procesar la información.
No pude sino recordar el musical "El violinista en el tejado". Las tradiciones no son solo una forma, tienen un fondo detrás. Si la forma no deja de reflejar el fondo verdadero, no hay problema, si lo distorsiona, entonces sí sería traicionar algo más profundo que la mera forma de la tradición.
La Rosca de Reyes es una tradición de origen francés. Dudo que en sus inicios esta tradición haya incluido los tamales. Sin embargo, su arraigo en México, está íntimamente ligado a ellos, en todo el país; lo único que cambia es si es tamal norteño (delgado pero bien condimentado), del centro (con más masa que guiso) o del Sur (envueltos en hoja de plátano); dependiendo de la región del país... pero tamales.
Aún no llego a una conclusión, tendré que investigar. 


Imagen: "Adoración de los Magos" - Alberto Durero (1471- 1528)

lunes, enero 02, 2012

De cómo desde hoy ya soy tío

Hace unos tres meses, cuando adquirí mi boleto para pasar las fiestas de Navidad con mi familia en el Caribe, compré mi regreso para el 1° de enero por dos razones: la primera, el precio de los boletos para el día 2 se elevaba hasta el doble (día de regreso masivo); la segunda, la posibilidad de recomenzar a trabajar el lunes 2.

Por otro lado, no me preocupaba, pues pensaba que mi sobrina nacería entre Navidad y Año Nuevo. Hasta habíamos planeado todo por si se daba el mismo 31 de diciembre. Acercándose la fecha y sin poder ya cambiar mi boleto de regreso por falta de disponibilidad, veíamos que María Julia (que es su nombre) no llegaba a este mundo.

La fecha probable era el mismo 2 de enero. Sin poder hacer mucho y aún con la incertidumbre de si sería efectivamente en el día señalado, me regresé.

Anoche llegué a Monterrey a las 12:30 de este día. Justo estaba haciendo las compras para la semana cuando recibí la llamada que estaba esperando: mi sobrina ya había nacido. Eran las 4:30 de la tarde, sólo 16 horas más tarde.

El júbilo en la familia es indescriptible: es la primera nieta de mis papás (y por ende la primera hija de mi hermana). Además, nace en uno de los lugares menos pensado, imagino, hace varios años: en Cancún.

No cabemos de felicidad y no me resta más que felicitar a Alex y a Paola por esta gran alegría que nos han traído.

Un bebé es la esperanza en la vida misma; y se puede admirar la pureza que en esencia tiene el ser humano en su inicio. Y qué agradable que sea justo en el tiempo de Navidad: mejor contexto, imposible. Pronto será el bautizo para que esa pureza actual sea más plena.

Espero estar pronto de nuevo en el Caribe para conocer a María Julia.


Imagen: "La Virgen con el Niño" - Andrea Mantegna (1431 - 1506)


martes, diciembre 27, 2011

De cómo me quedé sin regalo en Navidad


Es normal, para facilitar los regalos y asegurar un mínimo de equidad, hacer dentro de las familias un intercambio independientemente de lo que se quiera además regalar entre la familia.
En la mía no fue la excepción y luego de hacer un sorteo, me tocó darle regalo a Alejandro, mi cuñado. Curiosamente él pidió casi lo mismo que yo: unos tenis Vans, sólo que sin agujetas como mi elección.
A finales de la semana pasada fui a comprarlos. Fue curioso porque estaba pensando que, comprando junto con otros involucrados en el intercambio, sería muy probable que me topara con alguien en el mismo lugar de los tenis, pues no abundan las tiendas que los ofrecen.
Compré el regalo. Fue muy fácil tratándose de algo muy similar a lo que también había pedido yo.
En la Nochebuena fuimos a la tradicional "Misa de gallo". Una pareja de amigos de mi hermana y mi cuñado, que viven solos en Cancún y no tienen familiares aquí, pasaron la festividad con nosotros. Les comentamos que sería conveniente que trajeran sus regalos, pensando en que así no se sentirían mal de no recibir ninguno durante la cena mientras los demás. 
La cena estuvo deliciosa: Pavo a la Yucateca, Romeritos, Fetuccine a los tres quesos, Ensalada de manzana, Caldo de Camarón y, para postre, Tronco Navideño, Dulces de Nuevo León y Fuitcake. 
Al terminar, comenzó el intercambio. Mi cuñado, junto con mi hermana, aprovechando que ambos habían "sacado" el papelito de mis papás, decidieron juntar un solo regalo generoso: un equipo de sonido para la casa. Luego fue mi turno, el de mi mamá y el de los invitados. Al final quedaba mi papá. Lógico, pensé que me daría a mí y...... ¡sorpresa! Le dio regalo a mi mamá. 

Hubo desconcierto y ahí nos dimos cuenta: algo pasó. ¡Me quedé sin regalo! 

Luego de un rato de comentar le asunto, comenzamos a 
reírnos de la situación. 

Al menos viví una Navidad distinta: sin regalos (salvo un suéter).

Ahora estoy saliendo a buscar a Santa Claus a ver si aún anda por ahí. Por lo pronto, sí será inolvidable.

A mí, sinceramente, no me preocupó en lo más mínimo quedarme sin regalo, me preocupaba que los demás se preocuparan y no disfrutaran igual la cena. Al final no importó. La reunión en familia es lo más importante del asunto. 

¡Feliz Navidad a todos!

Imagen: "Natividad" - Camilo Filippi (1500 -1574)